Retratos de mujeres mauritanas, lienzos de una etnia

¿Quienes son estas mujeres?

La colección de “Mujeres mauritanas” es mi obra personal, retratos realizados con pigmentos del desierto que encontré durante los cuatro años que viví allí. Fueron muchas las mujeres que sin tabúes ni prejuicios me llenaron de historias. Historias de cultura, historias de comprender lo difícil de ser mujer en Mauritania. Ahora, muestro de aquellas los colores de una etnia, el retrato valiente de una mujer y algunas pinceladas de su mirada inquieta.

“Tras cada rostro se haya una voz que deja de ser sorda, aunque no suene”

Hawa es una niña de nueve años que vive junto a su familia en Dar-naim, un barrio de la ciudad de Nouakchott, que nace en la inmensidad del desierto. El movimiento de las dunas hace que cada año su hogar desaparezca para ser reconstruido en otro sitio.

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Hawa, pertenece a una comunidad donde el hombre domina a la mujer, se permite tener varias mujeres a la vez y se practica el Islam. Su padre trabaja en las minas y solo vuelve a casa los fines de semana. Mientras tanto, ella acude a la escuela coránica, ayuda a su madre con los cuidados de sus hermanos y juega con los apilados neumáticos de los coches junto a sus amigas, la mayoría de las veces con su hermana pequeña atada con un pañuelo en la espalda.

De su mano, dibujé un diario en papel de acuarela y pigmentado con el color de las dunas, donde plasmo lo que significa tener una vida semi-nómada. Ella me mostró que algo tan árido como el desierto pude resultar acogedor si ves más allá de la pobreza y la desigualdad. Descubrí el olor de la arena, la importancia de las telas y las tradiciones desconocidas de quienes no pueden asentarse en un lugar.

Con el retrato de Hawa no solo muestro el rostro de una niña, sino también el de un lugar que no sale en las guías turísticas. Dejo otro granito de arena en este desierto. Si algo aprendí en el tiempo que pasé con ella, es la importancia de preservar la identidad y el individualismo de lugares lejanos y recónditos.

 

Binta, rostro de otra niña mauritana. País que nace a orillas del atlántico y donde se juntan las costumbres del África negra y mundo árabe.

Cuando la conocí, caminaba junto con más niñas, todas ellas llevaban trenzas y sobre ellas cargaban barreños. Cuando vi las marcas de sus caras enseguida reconocí que pertenecían a la etnia Peul, la comunidad nómada mas grande del mundo y cuyo origen es desconocido.

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No hablábamos el mismo idioma, pero su sonrisa me advirtió que podía acercarme. De la mano me llevo hasta su casa, estaba llena de cabras. Binta tenía entones doce años. Su madre falleció en el parto y su padre se caso con otra mujer.

Ella es la mayor de sus hermanos y ayuda en su casa en el cuidado de todos ellos. En su familia solo los chicos van a la escuela, pero ella se siente una privilegiada porque su padre le consigue lápices de colores y cuadernos para pintar. Sus dibujos y las cabras se mezclan en la arquitectura pobre de su casa para crear un ambiente insólito. Para mi Binta, es una niña artista y con su retrato no solo muestro su rostro, también un talento y una realidad.

Si quieres también puedes llevarte un granito de este desierto

 

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